En el silencio de mis labios indisciplinados y de mi vida inexacta, yo... me declaro coupable. Infractora de lo que nunca se dijo y de lo que nunca existió, jugué en aquel juicio y resulte condenada a la amargura de quedarme callada.
Convicta del silencio otorgado y de la palabra negada. Culpable de querer no sentir y sentir a escondidas. Homicida confesa de un oculto sentimiento en este juego de palabras.
Causante de mi propias lagrimas, rea de mi discreción.
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